Lisandro Rosental De manejarle una cartera en Bolsa a su cuñado a dirigir un holding Debió hacerse cargo de la compañía tras el fallecimiento de su padre, casi sin experiencia. Si bien el saco le pesaba, nunca dejó de hacer. Corrían los primeros años del nuevo siglo y en una de las tantas visitas a la oficina de su padre, el muchacho de 15 años le confió que, algún día, querría sentarse en su silla. No era un lugar cualquiera: desde allí se operaba una de las principales firmas de la región, casi un sinónimo de las operaciones financieras en Rosario. El deseo del joven terminó haciéndose realidad demasiado pronto, aunque por razones que en ese momento no estaban en su cabeza: “Cuando mi papá enfermó no había un segundo a la vista. En ese momento optó por elegirme a mí como su continuidad, lo que podría haber salido muy mal, porque mi experiencia era poca. No sé si salió muy bien, pero pasaron varios años y la empresa siguió haciendo cosas”, reflexiona ante Punto biz Lisandro Rosental, que tomó el timón de la compañía familiar en 2012, dos años antes que se produzca el fallecimiento de quien fuera uno de los empresarios más reconocidos de la ciudad. Su perfil de Twitter demuestra qué quiere decir Lisandro con eso de "seguir haciendo cosas": casi una treintena de logos forman parte de su foto de portada, desde donde se muestra la diversidad de sectores en los que Rosental Inversiones tiene presencia, como el real estate, el mercado de capitales y el rubro AgTech. Además de las marcas más asociadas a la familia (como la financiera que lleva su apellido o la agencia de cambio Carbatur), confluyen los nuevos emprendimientos, como Ciudad Industria -que se presenta como el tercer parque fabril más grande de la Argentina- o la serie de barrios cerrados Vida en Funes. Para este especial aniversario, el empresario recordó qué hechos disparó aquella conversación iniciática con su padre, cómo fueron sus primeros días en la empresa y qué legado imagina para su gestión. También repasó sus momentos más difíciles, algunos delos cuales, con el tiempo, lograron tornarse en divertidas anécdotas familiares: “El primero al que le manejé una cartera en bolsa fue mi cuñado, que todavía me insulta porque le hice perder plata”, recuerda entre risas.